domingo, noviembre 12, 2006
Arder (3)
Acurrucada por los rincones
mi sombra llora cenizas de metal.
Manos de lluvia golpean las paredes
y los ecos del pasado persiguen al presente.
Cicatrices como señales
Cicatrices como señales
marcan el camino de lo rancio y lo divino.
La ventana parpadea soles invisibles.
Siguiendo a mis insomnios
las hormigas se devoran las certezas.
La caída de un minuto entre las letras
estremece el silencio del musgo a mi alrededor.
Pero la puerta sigue quieta.
Impávida ante los destellos del suelo
surcado de rasguños impotentes.
Callada, con los ojos cerrados
a la nada que está adentro,
y al vacío que espera,
jugando a las cartas, afuera.
Hilos de viento anudan mis párpados.
La puerta se hace noche,
y aún despierta, sigue quieta.
Ríos de murmullos entre las estrellas
desacomodan los techos de papel de mis ideas.
(Una risa se cuela por la cerradura
en forma de llave muerta).