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viernes, octubre 29, 2004

Tinta 

Suavemente deslizó un sendero inigualable de curvas, rectas, y caídas; indeleble en toda su extensión, su paso dejó huellas de destino en cada rincón. Creyó olvidar algún punto en esa conversación insaciable de deseos inconclusos. Arrastró consigo los rencores de un desamor impaciente que taladró los minutos de un renglón inesperado, y dibujó las falsas imágenes de una mirada ausente. Recorrió de golpe los puntos suspensivos, se preguntó tantas veces por qué los caminos blancos que la llevaban lentamente a su muerte la atraían, la apasionaban, la seducían. Corroída por esa pasión se dejó llevar, danzando temblorosa por momentos, haciendo verticales imposibles otros tantos, vertiendo lentamente su sangre, su veneno, su aliento vital. Poco a poco fue sintiendo la levedad de sus pasos, la firmeza de sus dedos le prohibían pensar en el final. Y fue dejando esa ruta en cada página, en cada espacio, en cada caricia desenfrenada de la mano que la tomaba con un cariño detestable en cada verso, en cada palabra desubicada que emergía de un cerebro punzante y transparente, agotando la tinta que la mantenía despierta en ese mundo desubicado del silencio. Y quizás quedaban muchas cosas que decir. O tal vez quedaba poco de qué hablar. Pero los trazos comenzaban a ser cada instante más débiles, cada segundo más vacíos. Se fue entregando completamente al placer de escribir las frases que nunca podría recordar, y murió en la inicial de un nombre que nunca hubiera querido olvidar.

(Señoras y señores, todo esto es, porque, por si quedan lugar a dudas, se me acabó una lapicera...) –Besos-


viernes, octubre 22, 2004

Bueno, no quiero dar más vueltas sobre el tema de mi casa, a no ser que tenga noticias buenas… así que regreso a mi ¿normalidad?, y les dejo algo que intenta ser un poema, pero claro, viniendo de mí es una cosa inclasificable más… A propósito de cosas inclasificables… Nunca conté que conocí a A.P. (Silencios de paredes invisibles) el día de la primavera, que fue una flor entre tanto cielo nublado, y que me encantó una conclusión, una pequeña frase que trató definir la forma en que escribo, o más bien la forma en que ambas escribimos: lo nuestro no son cuentos, ni llegan a ser historias: son Relatos en Caída Libre. Y sí, me gustó esa frase. Me salió bonita. Y si quieren leer relatos en caída libre, entre cuatro participantes… vayan a Fuego de Ángeles... Insisto con que lo visiten, porque se está convirtiendo de a poco en una linda cuna… Así que no jodo más. Les dejo esto acá, y si quieren enterarse de qué es de lo que tanto estoy insistiendo en que lean, vayan para allá… Besos y gracias a todos.

Me quedé colgada
de una voz sirena
lejos de la tierra
en un puerto lejano.
No había horizontes,
y la vil frontera,
diluyó el espacio
que quiso acercarte.
Pero fue la pieza
que jamás encaja,
la que armó en silencio
tu imagen desnuda.
Y rayé dos cielos,
y escondí en mis uñas,
lágrimas de barro
perdidas al azar.
Y la tinta inmersa
en los ojos del fuego
colmó los minutos
de tu inmensidad,
como si quisiera
tatuarme una herida
filosa de labios
que no he de besar.



viernes, octubre 15, 2004

Sólo noticias... 

No sé que pasa. No sé por qué todo pasa, junto, amontonado, apretujado y maloliente sobre nosotros. Ayer jueves nos afanaron en el kiosco. ¿Nada puede ser peor? Ya no sé…

Dicen que las heridas siempre dejan cicatriz, marcas indelebles en la carne. O en el alma, o no tengo ni la más puta idea de dónde. Pero marcan. Sobre todo las heridas que no sangran, sino que lloran, gritan, miran perdidas y esperan que todo se termine. Porque no queda más opción que esperar que todo se termine. El muy hijo de puta que entró y afanó se llevó como $200. Y se burló de los santos y vírgenes que tiene mi mamá en el kiosco. El kiosco. Único lugar de trabajo que ahora por las noches se convierte en techo para mi mamá, para mí, para mis gatos. Ellos rondan, miran, están, se duermen en el colchón en el piso con nosotras. Y no entienden, y nosotras tampoco entendemos. Por qué todo se concentra como un veneno amargo, que corre por la garganta mientras la quema, la deshace, la lastima, y llega al estómago como una bola de fuego y aire que llena, vacía, explota, e irrumpe en la sangre. Y nos quedamos así, mirando la nada, el todo, el vacío, el silencio, las lágrimas, el dolor. Se puede ver el dolor. Se puede ver en mis ojos, que ya no pueden mirar un punto fijo sin llenarse de lágrimas, en los de mi mamá, cabizbajos ojos verdes enrojecidos de llanto. Se puede oír también. En mis palabras ahogadas, en mis puteadas, en mi bronca, mi desazón. En el grito de mi mamá pidiendo ayuda a Dios, gritando a su madre muerta que la ayude. Diciéndome que no puede darme cosas buenas, que me está haciendo mal. No voy a olvidar nunca ese grito. Este dolor. Fue y es una navaja clavada por la espalda en donde más duele, una cicatriz invisible, transparente y a la vez visible, como si cada una de las vísceras estuviera saliendo permanentemente por ese hueco, como si tuviéramos el corazón ya muerto entre las manos, y un viento helado se paseara sonriente por el espació que dejó la sangre. Sí. También se siente frío el dolor.

Nada más por hoy, sólo escribí para que tuvieran noticias, aunque
no sean buenas. Gracias de nuevo a todos los que están.



lunes, octubre 04, 2004

Palabras en tinta hueca 

A veces no sé por qué trato de esconderme en los rincones oscuros, o de transformarme en un lugar oscuro. Al sol vestida de negro, con los ojos tristes y a la deriva. Así me siento ahora. Así, tan envenenada de mi propia impotencia que no logro conquistar una ilusión; una aunque más no sea. Las soluciones no llegan, las cuentas no desaparecen, las casas no se construyen ni se destruyen en escasas horas, y la desesperación la gana a mi puño. No puedo hilar palabras sin hilar al mismo tiempo lágrimas, sin tratar de retener un fragmento de ese espacio tiempo que pasó hace mucho y hace tan poco, y que se adueño de mí. Me encariñé, claro que sí. No sé cómo hay gente a la que dejar de habitar las mismas cuatro paredes no le duele en las entrañas. Quizás sea porque siempre supe y nunca hubiera querido saber que mi lugar no existe, y que para mi condena deberé seguir vagando de puerta en puerta, de techo en techo, enredándome en telarañas superpuestas sobre mis papeles. Porque las arañas me las llevo. Son más mías que de nadie. De las cajas que ahora están apiladas en mi pieza esperando rumbo desconocido, la gran mayoría son papeles. Revistas, diarios, dibujos, escritos, momentos grabados al azar, por mi mente insana que quiere recordar todo cuanto puede y que no tiene mejor idea que escribirlo. Libros, apuntes, cuadernos. No puedo dejar todo mi ser, toda mi alma y mi cuerpo de papel a la deriva. No podría desvanecer en el aire lo que mis dedos marcaron a fuego sobre la celulosa. Basura. Muchos podrían decirme que es basura. Pero da la casualidad que esa basura me mantiene viva, me mata y me renace cuando no hay hombros donde estancar las lágrimas. Qué hago con todo eso. Qué hago con todo esto. No me conforma una página que desaparece cuando toco una cruz. Necesito el olor a papel viejo, a papel reluciente, ese lápiz gastado que dibujó ojos incesantemente cuando una voz en el silencio se encendía dentro mío. Qué hago con mis gatos, con esos seres que nacieron, despertaron, y algunos murieron al lado mío. Qué hago conmigo que debo ser fuerte y soportar ver a mi mamá destruida, a mi papá resignado, y al resto de lo que suele llamarse familia mirando para otro lado.
Qué hago ahora con mis lágrimas de papel, si no puedo dibujarme una sonrisa.

Gracias Asakhira, Pattyce, Ylek, Piel, A.P., Shered, Alejandra E., Martín G., Daniel F., Lucio, por la ayuda y el apoyo que me están dando en este momento. Es bueno saber que hay gente que presenta al menos un poco de interés. Amigos así no se encuentran todos los días. Gracias también a Luciana, Mariela, Sofía, Matías, Flavia, Ariel, Daniel, Seba, Tatiana, Matías, compañeros de Anatomía que no me dejan andar llorando por los pasillos de la facultad porque dicen que lágrimas y formol no son buena combinación. Y gracias a los que deberían estar y no aparecen, ya tendré lágrimas de fuego para ustedes.

Disculpen que no ande con ánimos para postear como corresponde, y gracias Lu por actualizarme la página. Besos.



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