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martes, noviembre 30, 2004

Dibujo de Tim Burton, texto (¿?) mío... 



Crea sueños que se puedan esconder en la almohada del encanto, para después sin más, dejarlos partir... Y marca con sangre el camino dejado por sus pasos al borrar el señuelo de la luz del sol (muere).


viernes, noviembre 26, 2004

Máscaras 

Juro que ya no sé para qué insistía en darle explicaciones, si siempre terminábamos en la misma insulsa y repulsiva discusión. Que sí, que no, que vos no sabés. Que sí te digo. Que no. Qué podés saber más que lo que sé yo? Yo la conocía. Vos te la cogiste nada más. Yo la conocía te digo. Qué mierda le podés conocer en tres horas de meta y ponga? Más de lo que te imaginás. A ver decime. Ya te dije que sí. Pero explicáme. No tengo por qué. Entonces no discutas al pedo. Te digo que sí. Y yo que no y basta.

No sé si era de puro machista nomás, pero siempre terminaba por no decirme los motivos que lo hacían pensar que la puta del barrio no había muerto de tristeza, y que en realidad la había asesinado un cliente cuando ella le quiso cobrar de más. Él pensaba que una puta no podía ponerse triste, si cogía todo el día, cómo se iba a poner triste, y cómo iba a querer cobrarle más caro, era un cliente y eso a los clientes no se les hace, y encima él que era tan buen muchacho y bla bla bla. Y yo que era de la idea contraria, trataba de explicarle inútilmente que la chica si sentía, que la tristeza era su vida porque ella no quería más esa vida, porque se había cansado de vergas flácidas y rostros afiebrados de sexo pago, de desnudez apagada, de luces rojas, de meta y ponga, de acabadas desastrosas, de orgasmos fingidos y de bostezos de amor.
Esa tarde se puso más pesada que nunca, la llovizna molestaba en el vidrio como un par de dedos inquietos golpeteando el cristal, como un ring-raje inacabable, y él que volvía al tema, volvía a la discusión, volvía a su desesperado intento de tener la razón. Y cómo mierda estás seguro de que murió si se refugiaba la pobre detrás de una máscara negra, si no logró nunca nadie sacarle las medias rojas hasta el muslo, si nunca les dio un nombre con el cual pudieran reconocerla siquiera? No, bueno, no, no nos dio nunca un nombre, jamás se sacó la máscara ni las medias, pero en el putero dijeron que había muerto. Ah, que, ahora creés la primera boludez que te gritan en la cara? No, obviamente que no, no me subestimes. Entonces? La puta murió porque la asesinó un cliente cuando ella le quiso cobrar de más, eso me dijo la madama, y esa es la verdad. Y cuánto es lo que le quiso cobrar de más? Esteh… no sé, pero se debe de haber ido al carajo para que el tipo hiciera lo que hizo. Te digo que no es así. Y vos cómo sabés?
Y entonces, la rabia, la lágrima al borde del ojo. Y entonces dejé el mate sobre la mesa, me levanté rápido y sin permisos, me quedó mirando el pobre (ha de haber pensado que tenía razón y que yo ya no podía discutir más), esperándome con el rimel corrido de bronca por perder el pleito.

Cuando la vio, pareció mearse encima, no sé, haber visto un fantasma hubiera sido menos sorpresivo. Se apoyó las manos en la cabeza, y sintió que la sangre le bajaba hasta la punta del pene, se sintió excitado y sorprendido y asustado, y de nuevo sorprendido, y de tanta sorpresa volcó el mate sobre la mesa, y el agua caliente le alcanzó las bolas, y se paró de un salto con miedo y olor a yerba.

Qué hacés de dónde sacaste eso? (dijo mirando las medias rojas hasta el muslo, la máscara negra sobre el rostro que hasta hace unos segundos estaba desnudo, los pechos erguidos blancos resplandecientes a la luz del sol, enajenados de aquella luz roja y aquella noche eterna que reinaba en los cuartos) La puta no murió asesinada por un cliente al que quiso cobrarle demás. La puta murió cuando rechazaste el beso que te quiso dar esa noche de estrellas apagadas con lágrimas en las mejillas.



Bueno, develando el misterio (¡¿?!) en la foto, soy la que está de negro… Por hoy nada más para decir (“sólo hasta mañana…” uy perdón, estoy con algo de Soda en la cabeza, culpa de la Luc…), espero que les guste, aunque seriamente dudé de cuál tendría que ser el paradero de este relato en caída libre (casi picada) pero me decidí a ponerlo acá por la estructura y porque se me cantó. Besos.



martes, noviembre 23, 2004

El Sueño... 

La noche. Los ojos abiertos. El silencio. No tosas, no estornudes, no hables (no respires), no mires, no distingas, no leas, no reniegues. Dormí. La noche. Los ojos cerrados. Los gritos, el llanto, la angustia, la quimera perdida, el horror, el miedo, el grito de nuevo, los golpes, más llanto, más sueños rotos, más nada. Los ojos abiertos de nuevo. Qué hacés, dije que duermas, no pasa nada, no preguntes, no contestes, no mires, dormí de vuelta. Los ojos cerrados de nuevo. Más gritos, más nada (más todo), más yo, más vos, más ojos, más ríos, más desvelos, menos tiempo, más suspiros, más ahogo, más dolor, inerte el tiempo. Los ojos abiertos otra vez. Qué no, que duermas, calláte, no hay nadie, no pasa nada, no lloro, dormíte, calláte de vuelta, que no preguntes, que no contestes, que no digas nada, que no me mires, que no digas más. La noche pasada por agua, más horas entre las hojas. Los ojos cerrados. Maldiciones, silencios, ecos, truenos, insultos, silencios, ecos, truenos, respiro entrecortado, no duermo, no puedo dormir, no quiero, no debo, tengo que pensar, tengo que callar, tengo que matar, tengo que poder, poder. Los ojos abiertos, la nada, el techo, truenos, relámpagos, dormíte, que acaso no podés soñar, date vuelta no me mires, no me escuches, no no puedo dormirme, pero vos dormite, vos dormite y hace de cuenta que no me escuchaste, vos no pienses (yo no puedo dejar de pensar), vos no pienses te digo, vos dormí. Los ojos cerrados, el tiempo se aquieta, la lluvia que cesa, el trueno que se apaga. El viento cruel que golpea la puerta. Llegó irremediable y silencioso, en un pequeño instante enfrascado de poco aliento, de opaca espera, el sueño eterno y resplandeciente de no despertar jamás en esa vida. Qué te pasa, ya no abrís los ojos, qué te pasa, gritáme, preguntáme, despertáte ya no calles, decime algo (sacudones, gritos varios, sopapos desesperados), abrí los ojos, levantáte, ya no duermas, decime algo. La noche, el silencio, los ojos eterna y provisoriamente cerrados. El sueño al fin largamente alcanzado.


Bueno… Como por suerte no todo es mierda y pálida, acá les dejo la foto de mis compañeritos de Anatomía… Al que adivina quién soy yo le pego… jajaja, no mentira, no le pego , pero ojo lo que dicen!!! Igual de todas formas, estoy fácilmente reconocible… Bueno, mejor la pongo antes de arrepentirme…



martes, noviembre 16, 2004

Mierda 

Ya no quiero nada, mejor dicho quiero todo, quiero explotar repartirme en millones de pedazos y nunca más ser una, o ser una y no dejar que todo lo que me rodea me parta en mil pedazos cada vez que me agacho buscando un horizonte. Ni una puta cosa sale bien. O cuando está saliendo medianamente regular, alguien trata de que salga un sol negro sobre el mar, alguien trata de cambiar la luna por un pedazo de trapo que ni siquiera tiene el color de la luna, ni siquiera tiene el color que ven mis ojos en ella. Ahora resulta que quedarse a dormir en el local, también es pecado mortal, como si a eso se lo pudiera llamar vivienda, como si a eso se lo pudiera llamar vida simplemente. Y el muy hijo de puta del rematador, que claro está a favor de la plata, digo de la dueña, y tiene el descaro de tratarme como idiota y decirme que tengo un “confundimiento bárbaro” cuando le recrimino los errores que no están en rojo pero deberían estarlo en el contrato, y alude a la ironía, cuando yo le disparo esos dardos punzantes que señalan su incompetencia. Pero, no, no señor, la ironía es parte de mi mano derecha, y muevo mis cielos a voluntad por lo que voy a demostrar a diestra y siniestra, siniestramente si se necesita, que no me equivoco cuando señalo lo injusto, lo ilógico, lo nefastamente falso y absurdo. A la mierda con todo, a la mierda conmigo si es necesario, que me muera si con esta tozudez le hago mal a mi mamá, a la mierda vena mediana en mi brazo izquierdo si es necesario dejar de ver tanta falsedad mentira manejo, tanto asco junto por lo que es real. Pero, no, no lo vale, no vale mi vida este destierro de todo lugar, porque quizás sea así, quizás yo no tenga que tener lugar, quizás yo no tenga que existir siquiera. Pero no me conocen cuando me lleno de ira, lisa y llanamente ira, furia, dolor que se convierte en fuego, que arrasa con cada lágrima (porque no puedo evitar derramar lágrimas), que me mantiene en pie aunque más no sea para demostrar que al menos por ésta vez, como tantas otras, la bandera que enarbolo es la de la verdad. Venía contenta, venía de matar horas con A.P., de sonreír y reír como hace tiempo no logro hacerlo, y tener como último viaje del día esta amargura, es injusto. No por nada ella me entendió patear cuando dije postear. Quiero patear piedras, cenizas, cabezas. Quiero patearle la cabeza a la dueña, a la hija, al rematador a este tiempo de mierda que me toca vivir. Yo siempre digo que el tiempo es un traidor. Pero nunca creí que tanto. Aunque no es culpa del tiempo, si no del reloj tembloroso que cuelga de mi cabeza. Se me acaba el tiempo me parece. O quiero que se me acabe. Ya no sé. Y tampoco sé si quiero saber. Sólo espero al menos esta noche, poder descansar un poco en paz.



viernes, noviembre 12, 2004

Pasajera en Trance 

Crónicas del Riel

Y no sé, esa comunidad invisible que se forma entre los que estamos esperando, que tomamos el tren a la misma hora (bueno es una forma de decir…), unidos por ese lazo transparente de la espera y los minutos, las miradas al suelo y al cielo que de vez en cuando se cruzan y vuelven a escaparse, como si nadie tuviera el más mínimo interés en el otro, pero que de a ratos otra vez de reojo pispea cuando el encendedor no anda, el tren no aparece, el rápido nos despeina o el silencio silba un tango desconocido y esperado. Y de vez en cuando pasa. De vez en cuando uno se para ante un perfecto desconocido y enarbola los ideales del eterno reproche, las quejas al servicio, o puede que necesite un escucha fácilmente olvidable, entonces la historia del cansancio, de la rutina, del amor, de la salida, de qué sé yo, del cigarrillo, del andén, del furgón, y del olvido como ideal escucha. De vez en cuando hay pocas palabras. Como hoy. Una chica de rasgos casi perfectos para dibujar que alguna vez me pidió fuego, al pasar delante de mí, me esboza una sonrisa de complicidad al ver el tren lleno al que ninguna de las dos va a subir. El próximo tren llega, me mira de vuelta, y con cara de “no me queda otra” sube, y desde la ventana observa como sin pena ni gloria me quedo afuera, sabiendo que después vendrá uno más vacío. Hace un gesto de saludo con la mano, una mano que no me conoce, pero que me ata al lugar que quedó sin sus pies en el andén. Mientras veo desde lejos una bicicleta, y cuando el chico dueño de la misma se para a mi costado, me mira y me dice “hola”. Sin preámbulos, sin presentaciones, respondo al saludo, para luego saludar a un señor también en dos ruedas que me saluda también, me pide un cigarrillo y en señal de agradecimiento me ofrece fuego. El gusano de metal llega, y como preveía estaba más vacío, los tres subimos, y cada cual fabrica su atmósfera en el aire enviciado de humo, respiración, y silencios y palabras. Llegado a Caballito, el primer caballero baja, y se despide de mí. El otro sigue al igual que yo hasta Once, y para mi sorpresa me dice “hasta el viernes”. En el trayecto yo pensé en lo mucho que iba a extrañar los viajes matutinos en el tren, en mis líneas paralelas a las que llaman vías, a los gorriones que se posan en el borde, pero como jamás suben, vuelan libres y llegan a tiempo, y copan el cielo tan lejano y tan cambiante. Ví como amanecía desde el tren en el invierno, veo ahora el sol radiante, y veré las mismas caras, que desde abril me acompañan, sin saber quienes son, pero sintiéndolas parte de ese lazo invisible del que sin duda soy parte. Puta que voy a extrañar viajar en el tren. Puta que voy a extrañar el tren. Puta que voy a extrañarme ahí. Puta, me parece que hay gente que va a extrañarme.

326

Desde la esquina del kiosco, hasta llegar a Ramos, observo con algo de odio, rencor, envidia o vaya uno a saber qué, a la gente que entra o sale de sus casas. Hay una que particularmente me encanta, me emboba, me fascina, me puede. No puedo mirar para otro lado al pasar por esa cuadra. Es enorme. Me pregunto cuánta gente vivirá ahí, si no les sobrará alguna cucha donde yo pueda cobijarme, si algún día no desaparecerá, si el recorrido del colectivo cambia y me la arranca de los ojos… Por qué mierda una casa que no es ni será mía se ha convertido en la casa de mis sueños, por qué imagino cada una uno de sus habitaciones, cada milímetro cuadrado tapizado de huellas que no me pertenecen. Antes de las 7 las persianas siempre están bajas. Después de las 8, están las ventanas abiertas, pero como si supieran que trato de mirar, las cortinas nunca están corridas. Una vez, afuera, una empleada de limpieza observó el colectivo, y mis ojos se clavaron en el picaporte, y sus ojos se deben de haber preguntado por qué carajo yo miraba. Es sólo un par de segundos, pero cómo quiero esa casa. Y cuando de nuevo esté en camino, otra vez veré la esquina, y esperaré la mitad de cuadra para encontrarme de vuelta que la que jamás será mi casa.

182

Persona colgada como yo a la hora de viajar no creo que exista ( a no ser por el caso particular detallado más arriba) : voy mirando al viento, al sol, a la luna, a las nubes. Y mientras algunos practican la técnica del “miráme, miráme” con la chica de pollera que acaba de subir en la estación de Haedo, yo practico la técnica de “perdida en el espacio”. Mirando por la ventanilla observo detenidamente la forma de las nubes, sigo la caída del sol, me maravillo al ver la luna pálida en el cielo claro, o busco gatos (no se me mal interprete, hablo de los que tienen cola, cuatro patas, y dicen “miau”; uy , igual pueden mal interpretarme... bueno hablo de los que son felinos nomás.) en las veredas. Y el otro día, en un cielo que se dividía en dos entre las nubes nubladas y las blancas, resplandecientes, iluminadas por el sol que traían este frío otoñal en sus espaldas, divisé la figura de dos gigantescas tortugas marinas sobre mi cabeza. Me sentí debajo del mar, siendo pasajera de un calamar gigante que se abría paso entre corales de colores (entiéndase: autos), una minúscula sirena sin cola ni escamas, sentí la belleza. Y sí soñar es gratis. Y mientras no me quede dormida, soñaré con los ojos abiertos. Y mientras no tenga precio buscar formas en las nubes, aunque alguno me mire con cara rara, o me codee sin querer (o al menos eso quiero creer), seguiré buscando sueños en el cielo y en las calles sin pensar en nada (al menos por media hora). Uy, ya está cerca mi parada.

Pasajera en trance
Charly García.

Ella está por embarcar,

quizás consiga un pasaje en la borda.
Ella está por despegar ella se va.
Ella viaja sin pagar
el viejo truco de andar por la sombra.
Ella baila sobre el mar ella se va.
Pasajera en trance pasajera en tránsito perpetuo
Pasajera en trance transitando los lugares ciertos.
Un amor real, es cómo dormir y estar despierto
Un amor real es como vivir en aeropuertos.


*326 y 182, son las líneas de colectivo que me llevan y me traen a destino. El tren es el
Sarmiento, ya les voy a mostrar la foto del gorrión que saqué hoy con mi cámara pedorra pero gauchita, en el borde del andén.




martes, noviembre 09, 2004

Poesía Concreta 

Bueno… el Cadáver está casi listo… un par de ausentes hizo que se atrasa muchísimo… así que en unos días lo tengo listo, ojalá pueda ponerlo con el truco mágico de Chinasky…
Y como me gusta esto de las cosas colectivas, me meto en otra cosa… Con la colaboración ansiada y esperada de Laika y A.P. (Pst, pst, después te explico bien eh?). ¿Alguien conoce a los poetas concretos? Bueno, el que no, puede ir acá a buscar información y muestras de lo que es efectivamente –en imágenes- la misma… Y para que vean y lean, le dejo un poema (precioso) de Antonin Artaud. (Vico, ¿puedo contar con usted también?). Los que se quieran sumar, chisten que no hay problema… El viernes, post.


Poeta Negro

Poeta negro, te obsesiona
un seno de doncella
poeta amargo, la vida se agita
y arde la ciudad
y el cielo se diluye en agua,
y tu pluma punza el corazón de la vida.

Selva, selva, ojos irisados
sobre pináculos que se multiplican
hilos de tormenta, los poetas
montan caballos, montan perros.

Los ojos se enardecen, las lenguas giran
el cielo fluye hacia las fosas nasales
como una leche azul y nutritiva;
estoy atento a sus bocasmujeres,

rígidos corazones de vinagre.

Allí donde tiemblan vitriolos vivientes
los poetas elevan sus manos,
el cielo ídolo sobre las mesas
se vuelve sobre sí mismo, y el fino sexo

empapa una lengua de hielo
en cada agujero, en cada lugar
que al avanzar el cielo deja libre.

El suelo está emparedado de almas
y de mujeres con un sexo hermoso
donde los minúsculos cadáveres

reflejan sus momias.

Ah!!!!!!!!!! Me había olvidado que podía dejarles esto...




lunes, noviembre 01, 2004

Pasando... 

Bueno como mañana no tengo clases por el Día de los Muertos y no voy a poder pasar, hice hoy la recorrida por los blogs… No sé por qué a esta época del año se cierran blogs… y la verdad es una lástima, porque después se los extraña mucho… No me queda otra opción que decir hasta siempre y extrañarlos: Insurreccional (Daniel), Mariposa sobre caca (Piel, aunque me parece que eso es una hasta luego), Mi blog es como si me golpearan con el (Lobo).
Y como me tenté con estas divinuras , les dejo la página para que pasen y vean: www.pinia.com.ar , con unos libritos en miniatura para devorar. Al que le interese, posteé en Zona Roja, y si no, vayan al post del viernes, que ahí tienen para leer y en lo posible, comentar. Vasos y besos.


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